Crisol de palabras

Gonzalo Rodríguez Gonzalez

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Prosa / Tal vez te extrañe

27 abril, 2018

Este es el texto más largo de los muy pocos manuscritos que dejó Gonzalo en prosa. Lo escribió en la Ciudad de México, poco después de cumplir sus veintidós años. Es una carta dirigida a su padre que quedó en puntos suspensivos. Nunca la terminó ni envió el manuscrito inconcluso. Sin embargo, años después se reencontró con su padre y pudieron hablar de muchas cosas; entre otras, las que quiso compartirle en esta carta.

Tal vez te extrañe no haber recibido letras mías con anterioridad, te pido comprensión y no perdón, porque a fin de cuentas se trata de entender mi circunstancia, no de disculparla. Esta, como podrás percibirlo, observa un estado crítico muy agudo. El cambio de circunstancias, el nacimiento de una nueva, exige un reaprender a dar los primeros pasos y uno tropieza, se duele, lo entiende, se levanta y sigue. A veces confundido y aturdido, pero siempre con la conciencia de que penetra uno a lo desconocido, a lo imprevisible, dispuesto a correr los riesgos que acarrea la búsqueda. Esto es la excitante experiencia del aprender a vivir.
La vida es la gran aventura, la búsqueda y el encuentro siempre de algo nuevo, de algo que nos haga trascender lo cotidiano, lo burdo. (Una búsqueda) de lo que nos enseña a ver con todos los sentidos más allá de los ojos.
Mi ignorancia me ha llevado a cometer miles de errores, equivocando a veces los caminos, perdiendo la pista y hundiéndome en dolores terribles, Esto es un camino de aprendizaje en el que siempre se va de menos a más. El error te enseña lo que es el error y te obliga a apuntar tus cargas hacia otros objetivos cada vez más reales, más auténticos. De sombra a luz, de ruido a silencio, de la estridencia a la armonía. Entrar en uno mismo para llegar a los demás.
Mi tonto orgullo, mi infantil vanidad, mi frío y sádico impersonalismo han sido las defensas de que me he valido soberbiamente para evadir, darle vueltas al asunto, llego a tener conciencia de que es una actitud cobarde, sin justificación, producto del miedo.
Ha sido brusco el cambio, al dejar de sentirme niño, como si hubiese sido despojado de algo muy valioso, de alguna esencia mágica y también de una situación muy cómoda, porque es cómodo y seguro.
Aunque ahora, siento más fuerte que nunca mi compromiso como hombre. Hay una línea de conducta nueva a seguir, ésta debe ser reforzada con un gran sentido de autenticidad. No soy un hombre mediocre ni estoy dispuesto a serlo. Me reservo mi modestia y mi humildad sólo para quien la sepa encontrar. Conozco más que nunca mis posibilidades y mis limitaciones y aprendo día a día a desarrollarlas. No existe fatiga que me detenga y por primera vez en mucho tiempo me siento en paz conmigo.
Todo esto no lo escribo a guisa de auto justificación, no, es producto de un mero análisis en el que me cuestiono, me impugno, sometiéndome a la autocrítica por salud mental.
Existen momentos en que digo basta, pongo un límite al descalabro, al estado compulsivo. Censuro mi tibieza y me rebelo a la pasividad. Y no me detengo en la vergüenza de mí, ni me la salto ni la escondo. Agarro el toro por los cuernos y me enfrento. Algunas veces soy débil, me dejo llevar por arrebatos, soy emotivo y respondo con ceguera al impulso. No me avergüenza de manera alguna, forma parte de mi naturaleza y le doy curso. Lo que sí, debo aprender a canalizarla para evitar que sean patadas de ciego que después me producen malestar desde el estómago hasta el alma.
Sé que hay muchas otras cosas de que hablar, no lo paso por alto, sólo que esta vez se trata de mí y como siempre, agoto el tema y lo trato de llevar hasta sus ultimas consecuencias.
Tal vez mi postura es equivocada. Se me tacha de aventurero, de infantil, de inconstante o de evasivo. Quizá lo sea, no lo pongo en duda, tengo consciencia de que algo hay de cierto, soy la negación del superhombre, cometo vilezas y errores porque soy imperfecto. Pero ¿es que es imperdonable que sólo sea un hombre? ¿alguien propenso al error? Soy el gusano de la manzana y eso es desagradable a los buenos ojos. Soy el buitre engullendo la carroña. Me seducen las tentaciones del demonio. Soy un paria sin hogar. No soy perfecto; ofrecer algo más que eso, va más allá de mis posibilidades.
Creo en la soledad, la concibo como el estado en que el hombre aprende a ser, a ver hacia adentro; en el espacio de tiempo dado a la reflexión. Pero además siento la necesidad de alguien conmigo. Alguien que me sepa y me sienta.
Primavera, 1974

Filed Under: Poeta, Prosa

Comments

  1. Malena says

    4 mayo, 2018 at 11:17 pm

    Es de lo que mas me ha gustado.
    Le aplaudo esperando le lleguen mis aplausos hasta donde esté.

    Responder
    • crisol says

      2 abril, 2020 at 9:37 pm

      Gracias Malena, por tu sensibilidad y cariño. Un abrazo

      Responder

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